Quisiéramos aprovechar este espacio para hablar de la violencia sin ser insensibles a los eventos, al contrario, como medida preventiva, porque en muchos casos, generar círculos virtuosos, evita que se llegue a desbordar la emoción al grado de un golpe y se vuelve un lazo mamá/ papá – hijos, más sano. Dándole un enfoque de cómo mejorar y ser ese agente de cambio.
Algunos papás escuchamos con frecuencia sentirnos aliviados de no llegar a los golpes, pero… ¿habrá otras formas de ser «violentos» con nuestros hijos? Hay que tener presente que su cerebro está madurando y de pequeños los rige la emoción.
Esta reflexión en la que pretendemos ahondar, va más allá, es decir, volver hoy la mirada a la percepción del niño y lo que para ellos puede ser violento y que nosotros como papás, hacemos sin darnos cuenta o sin considerar que los puede hacer sentir inseguros.
Algunos ejemplos de la vida cotidiana, donde podemos ser más cálidos con nuestros hijos.
HACER CONTACTO VISUAL Y PRESTAR ATENCIÓN CUANDO NOS HABLAN: Pasa por la misma rutina, que cuando nos están contando algo, o simplemente quieren llamar nuestra atención pidiendo repetidamente cosas, contestamos en automático, a veces sin escuchar en verdad qué están pidiendo de nosotros.
Muchas veces con voltear a verlos, tomarlos entre nuestros brazos para explicarles qué estamos haciendo y que terminando podremos platicar, les hará sentir paz, sin necesidad de estar haciendo esfuerzos mayores para llamar nuestra atención, sabrán y podrán entender que mamá/papá están ocupados, pero se sentirán importantes al verbalizar la acción de ser atendidos en sus palabras; también es cachar si realmente lo que llama nuestra atención en ese momento, puede esperar o podemos atender y escuchar con todos nuestros sentidos a nuestros hijos. No se trata de caer en extremos, si no, de atender con intención de escuchar.
VALIDAR CADA EMOCIÓN Y SENTIMIENTO QUE MANIFIESTAN.
A veces damos importancia a emociones que sólo nos parecen importantes a nosotros o atropellamos las que ellos manifiestan y minimizamos lo que ellos pueden sentir, decimos: «no pasa nada», » y por eso lloras?», » por favor, no exageres!» Pero qué está pasando en su cabeza, por qué mi hijo está teniendo una emoción de ese tipo ante algo…
Es importante indagar, cuando algo los hace reaccionar, es importante que nos detengamos a escuchar, como se sienten, guiarlos a verbalizar la emoción y ayudar a encaminar, primero validando, después identificando qué pasa y por último encontrando un camino para sacar esa emoción. De esa forma iremos haciendo una comunicación afectiva con ellos y el mensaje que se llevarán, es una escucha activa y empática, esto se puede volver a nuestro favor, cuando lleguen a adolescentes, sabrán que pueden contar con nosotros como colchón emocional.
RESPETAR SUS FORMAS DE DAR AFECTO Y SUS GUSTOS.
En este punto, socialmente como padres a menudo, nos da mucha vergüenza, cuando nuestros hijos no quieren dar abrazos o besos ante algún adulto/ familiar que lo pide, sobre todo si ese adulto es alguien querido para nosotros, sentimos pena y a veces, «forzamos» con algún chantaje a nuestro hijo para que lo haga, pero en el fondo, de pronto podemos volver a nosotros y preguntarnos, qué pasa si alguien nos obliga a besar o abrazar a alguien que no nos nace?
El afecto es algo genuino que se construye, procuremos no avergonzar a nuestros niños haciéndoles sentir mal solo por no querer besar o abrazar adultos, no los expongamos, a sentirse inseguros, guiemos en que sean educados cuando hay que saludar, despedirse, agradecer, pero desde una forma respetuosa. Evitemos frases, como: ¡Ay es que es muy uraño! ( o algún adjetivo que descalifique a nuestro hijo). Ayudémonos también como adultos, a que si un niño no está listo para abrazar o besar, sepamos que NO es NO. Ésto además les dará herramientas para saber que ellos son dueños de decidir las formas de afecto que dan y reciben; y más grandes evitará que a través del chantaje alguien los pueda convencer de lo contrario.
ESTAR DISPONIBLES Y ATENDER DE MANERA PREVENTIVA.
Muchas veces escuchamos: ¡es que mi hijo es muy berrinchudo! pero qué hay detrás, muchos berrinches pueden prevenirse si nuestros hijos tienen nuestra atención de manera positiva, es decir, cuando nos comunican algo, escuchamos y respondemos oportunamente. Ejemplo: a veces nuestro hijo quiere jugar con nosotros, pero estamos trabajando, ocupados o quizá solo descansando, pero viene la primera invitación al juego y hay negativa o falta de respuesta, el niño intentará llamar nuestra atención de alguna otra manera y entonces de repente, se oye el frasco de mermelada en el piso y los cristales rotos, entonces dejamos todo lo que estamos haciendo para arreglar el «desastre», el niño logró llamar nuestra atención, dejamos todo y vamos con un grito a levantar todo…
Con lo burdo de este ejemplo, la intención es poder atender antes de llegar a la explosión de la emoción.
SI ES BEBÉ Y LLORA, ATIENDE EL LLANTO.
No hay bebé que trate de manipular mediante el llanto, si tu bebé llora, es porque algo quiere decirte, hagamos oídos sordos cuando nos dicen que los brazos lo van a mal acostumbrar.
A través del llanto nos comunican que algo necesitan, si, a veces solo cargarlos, los calma, pero… quien de nosotros no necesita solo de un abrazo para sentirse mejor?
Hay distintas maneras de atender las necesidades de nuestros hijos; todo se convierte en un idioma y siempre irá en dos vías, de esta manera nos volveremos ese adulto que guía y contiene. Trabajarlo día a día nos alejará de lo que en algún punto puede ser violento para ellos.
«Un niño que es amado, es un adulto que sabe amar.»